Reflexión sobre Integridad Académica

El código de ética es uno que, sin lugar a dudas, nos debe servir de guía en todo momento. En él podemos conocer acerca de irregularidades no permitidas en las distintas instituciones académicas, y en las cuales personas íntegras y honestas no deberían incurrir. Como estudiantes y futuros profesionales nuestros deberes y decisiones en la sociedad deben estar dominados por la entereza y entrega, procurando siempre ser los mejores en nuestros respectivos campos de concentración, pero sin olvidar que pasar por encima de otros no es una opción.

El plagio, la adulteración y la falsificación son algunas de las conductas que resultan intolerables en toda institución académica y aún más en el área laboral. Cada persona tiene su propio juicio y determina lo que es bueno o malo para él o ella, pero de igual forma nunca debemos perder de vista que todas nuestras acciones repercuten en los que nos rodean y que somos responsables de cada paso que damos. Si todos nos robáramos las ideas de otros o las inventáramos en beneficio de nosotros mismos, al final, ¿quién nos creería? Perderíamos la credibilidad y confianza ante los demás y ante nuestra propia persona, y así también nuestra identidad. Aquí, en el recinto universitario, nos encontramos estudiando, tratando de salvar el mundo, buscando soluciones a los problemas de la vida y a las continuas interrogantes que se nos plantean, para de una manera u otra resolverlos y difundir las respuestas en nombre de la verdadera Ciencia a toda la humanidad. Si comenzamos a mentir y a ser deshonestos desde ahora, ¿cómo vamos a crear, descubrir e informar debidamente a nuestros pares?

Ser estudiantes totalmente íntegros nos evitará dar luego un sinfín de explicaciones en torno a hechos deshonestos, vergonzosos y/o ilegales. Sin lugar a duda, a la honestidad académica la debemos tener siempre presente y no debemos dejarnos tentar por conductas deshonestas, que al principio aparentan hacernos la vida más fácil, pero luego hay que pagar el alto precio de nuestros mal pensados actos. Somos seres humanos, ‘organismos superiores’, pensantes, tenemos la capacidad de lograr por nuestros propios medios todo lo que nos propongamos, haciendo así que nuestra especie evolucione sobre cimientos verdaderamente estables. Por otro lado, también tenemos la capacidad de hacer cosas realmente atroces, así que en nuestras manos queda el que tomemos sabiamente nuestras decisiones, para que éstas sean motivo de orgullo y ejemplo a seguir para generaciones futuras.

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